Puro teatro
Cuando se cumplen seis meses de la ausencia de nuestra Sara, nos llegó la triste noticia del fallecimiento de una de la grandes de nuestro cine y teatro, Amparo Rivelles. Ella dijo una vez: "Cuando muera no debéis de estar tristes, porque me lo he pasado muy bien."
Ahí esta su obra, llena de talento e imperecedera.
Te pones a pensar y… ¿quién podía imaginar que cuando Sara conoció y
le pidió aquel autógrafo a Amparo, allá por el año 1944 llenas de vida y todo por hacer,
emprenderían con una diferencia de seis meses ese viaje sin retorno?
Julio 1944
Julio 1944
También se nos fue AmparoSoler Leal, otra gran personalidad del cine y teatro y que contó con toda mi
admiración.
Amparo trabajó en dos películas con Maurice Ronet. Una de ellas fue La vida es magnífica (1964) con guión y dirección del propio Maurice Ronet y donde Enrique Herreros amigo y representante de Sara durante muchos años hizo su última aparición cinematográfica
Amparo trabajó en dos películas con Maurice Ronet. Una de ellas fue La vida es magnífica (1964) con guión y dirección del propio Maurice Ronet y donde Enrique Herreros amigo y representante de Sara durante muchos años hizo su última aparición cinematográfica
Me gustaría tener la certeza
(¿y quién no, verdad?) que por ahí, no se sabe dónde, hay un teatro inmenso
donde estarán todas preparándose para deleitar a todos los que ya no están
entre nosotros y quisimos profundamente.
Mi realidad me dice que sí, que ese inmenso teatro existe, que está aquí, mucho más cerca de lo que creemos, tan cerca como puede ser en nuestro pensamiento y corazón. Mientras así sea, todo estará bien. El telón bajará y subirá de nuevo mil veces. Y nuestra Sara Montiel, por siempre jamás, seguirá deleitándonos y sin cantar su definitivo y último cuplé.
Mi realidad me dice que sí, que ese inmenso teatro existe, que está aquí, mucho más cerca de lo que creemos, tan cerca como puede ser en nuestro pensamiento y corazón. Mientras así sea, todo estará bien. El telón bajará y subirá de nuevo mil veces. Y nuestra Sara Montiel, por siempre jamás, seguirá deleitándonos y sin cantar su definitivo y último cuplé.
En agosto de 1944, Sara y
Amparo compartieron por primera vez página en la desaparecida revista de cine
Primer Plano.
Amparo llegaba a Sevilla
para rodar los exteriores de su película Eugenia
de Montijo y Sara rodaba la suya:
Empezó en boda.
Tres firmas
Ya
lo había dicho antes (creo): ha habido por lo menos tres etapas decisivas y
transcendentales que marcarían definitivamente el asentamiento de Sara Montiel
en la cinematografía nacional y como mito hispano internacional. Esos
momentos decisivos vinieron sellados por cuatro firmas que estoy seguro, debió
dar Sara gracias a Dios más de una vez, o a quién corresponda.
El
sustancioso contrato que firmó con
Benito Perojo y Cesáreo González por cuatro películas: La violetera, Carmen la de Ronda, Mi último tango y Pecado de amor embolsándose 140 millones, cuatro millones de dólares de la época.
El contrato que firmó con el gran
empresario teatral Joaquín Gasa y
que la llevó a presentarse por primera vez en un teatro ante el público español
con su espectáculo Sara Montiel en
persona. Y ya, si es que podemos separar el amor de los negocios, fue el día que se conocieron Pepe Tous y Sara
un 28 de febrero de 1970 y la posterior firma de amor que sellaron como José Tous y María Antonia Abad el día 30 de
julio de 1979.
Vuelta atrás
Acercándonos
a los años setenta, y siendo consciente de que su cine, ese cine con nombre propio
se acercaba a su fin, Sara se encontraba en un momento de plenitud en todos los
aspectos; pero también es cierto que María Antonia se planteaba qué sería lo
mejor para su otro yo, ese 50% que es Sara Montiel.
Sara
Montiel, guiada inteligentemente por María Antonia, era consciente para sus
adentros que necesitaba darle un nuevo enfoque a su carrera. Necesitaba un
cambio, posiblemente no un cambio radical, como
decían muchos, pero sí un cambio. Buscó nuevas canciones y nuevos
directores que entendiesen que estaba dispuesta a adaptarse, a hacer algo
distinto, pero siempre sin olvidar el personaje, la personalidad que tanto
trabajo le había costado perfilar hasta conseguir el éxito. De hecho si Antonia
siguió siendo hasta el último instante de su vida Sara Montiel, a pesar de los
cambios y de los años transcurridos desde aquel año en que se estrenó El último cuplé, fue precisamente por
haber sabido evolucionar en su arte, sin dejar de ser Sara Montiel.
Un horizonte de libertad
España
estaba cambiando y los gustos del gran público con ella.
El
cine ya no era el mismo, se hacian buenas películas. Es cierto que
había que buscarlas con lupa, pero las había. La férrea censura franquista era
un poco más permisiva sobre todo permitiendo un poco más de “muslo y pechuga” y
representar al hombre español como un autentico cateto de boina e ir babeando
cada vez que aparecía una mujer en su camino. Personajes patéticos y a la vez entrañables, que si se mantienen hoy día a flote es por la profesionalidad y buen hacer
de unos actores verdaderamente increíbles y maravillosos. Los actores
tenían que trabajar y la oferta era la que era si querías vivir de tu
profesión.
El cine S
Ya
con la desaparición del dictador, el cine pasó por otra fase, aquella del
llamado “destape”. En realidad fue una época complicada para un tipo cine
totalmente descontrolado. Medio mundo vio a España como un gran consumidor de
un determinado tipo de cine. Nos llegaban películas de todas partes aquellas
con la (S). Imagino que Francia y más concretamente Perpignan, vieron como su
gran negocio se les venía abajo. Ese desfile de autocares llegados de España
para ver a Marlon Brando y a María Schneider en El último tango en París (1973)
desaparecía afortunadamente. Sara siempre asociaba su adiós al cine con
aquella etapa llamada "destape" del cine español.
Después
de una represión tan brutal, pues tenía su lógica que si era invierno y estaba
lloviendo ¡te quitaras la ropa para coger el paraguas! Cualquier pretexto era
justificable para quitarte el ropaje que llevabas puesto. En realidad tenían
razón, el vestuario sobraba. El vestuario era el único argumento que muchos no
querían ver. Toda esa parafernalia posiblemente sirvió para que pudiéramos
apreciar el cine que vendría después, ya un poco puestos al día en cuanto a desnudos se refiere…
Muchas
de nuestras actrices y actores se apartaron un poco y enfocaron su carrera en
el teatro y en esa pequeña caja mágica que es la televisión. Otras actrices que
tuvieron un espacio importante dentro del cine español, se apuntaron a ese tipo
de cine intentando cambiar de personalidad, lo que acabo perjudicando seriamente
su carrera.
Sara lo tenía muy claro, y no tenía la intención de meterse en
semejante “fregao”. Además ella, ya había aportado a partir de El último cuplé, talento, voz, belleza,
renovación, vida mucha vida y sí, escote. Sara Montiel no necesitaba ese tipo
de renovación. Ya había innovado suficiente, ahora tenía la vista puesta en
otro reto, por llamarlo de alguna manera, y era presentarse a su público en
persona, pero no de cualquier manera sino a lo grande, en mayúsculas SARA
MONTIEL EN PERSONA.
Sara Montiel
en persona
En
1969, Sara se marcha a Moscú. Antes de partir, el 16 de julio firma un contrato con el famoso empresario Joaquín
Gasa para su presentación aquí en España a “bombo y platillo”. Será un
musical a lo grande, y que nadie mejor que el señor Gasa puede llevar a cabo.
Un compromiso (en principio) de cinco meses para actuar en Madrid, Barcelona y
el resto de España.
Pero
ese cambio y su pronta presentación en el teatro se vio trastocada por la
desaparición de su madre. La muerte de Doña María ocurrida el 24 de julio de
1969 sumió a la artista en una profunda depresión. Su segundo matrimonio había
sido un error desde el primer día en el que dijo: Sí, quiero. Su relación con
Giancarlo Viola tampoco era de lo mejor. Todo un mundo se le vino encima, y
aunque estaba acompañada, arropada por su familia y amigos, Sara se encontraba
perdida, sin ganas de nada y por primera vez sin saber por donde tirar.
Dejaron
a la actriz tranquila un par de meses, pero cuando vieron que no salía
adelante, que no levantaba cabeza, apelaron a su sentido de la profesionalidad
y que lo mejor sería llevar a buen puerto ese compromiso del que dependían muchos profesionales entre músicos, coreógrafo,
bailarines etc. Sara recordaba así aquel estreno: Me hicieron sentir una responsabilidad fuerte sobre mis hombros, para
olvidar. Así me presente en el teatro por vez primera en mi vida con Sara
Montiel en persona, en la
Zarzuela de Madrid. Yo salía como una autómata al
escenario, no me enteraba. Llevaba como un piloto automático. La terapia
resultó, qué duda cabe, y empecé a remontar el dolor y volver a vivir.
De los diseños y coloridos
de los años setenta, ni siquiera Sarita se pudo librar.
No obstante, la foto tiene
algo que me gusta:
¡Sara Montiel!
Desde
que se hizo eco la prensa de presentación de Sara Montiel en persona, se armó
un tremendo revuelo. La expectación era máxima. En los circulos teatrales no se hablaba de otra cosa. Las entradas se agotaron nada mas salir a la venta.
Las críticas alabaron el trabajo de todos. Pero, lo más impactante de todo, fue la aparición de la estrella en el escenario. Los gritos y los aplausos no cesaban. Y cuando se le ocurrió bajar al patio de butacas y cantar su Fumando espero, ya fue tremendo.
Joaquín Gasa lo explicaba así:
Las críticas alabaron el trabajo de todos. Pero, lo más impactante de todo, fue la aparición de la estrella en el escenario. Los gritos y los aplausos no cesaban. Y cuando se le ocurrió bajar al patio de butacas y cantar su Fumando espero, ya fue tremendo.
Joaquín Gasa lo explicaba así:
Hace cuatro años, en Valencia, en el
homenaje de despedida que se tributó a Conchita Piquer, vi. actuar por primera
vez “en persona” a Sara Montiel. Me produjo tal impresión su modo fabuloso de
cantar y de expresar canciones que ella misma había hecho célebres en el cine,
que allí mismo hablé con ella sobre la posibilidad de montar un espectáculo
teatral para su presentación en los escenarios españoles. Sara me prometió que
cuando se lo permitiera su continuado trabajo en el cine, actuaría en ese
espectáculo que yo montaría expresamente para ella.
“Y Sara Montiel ha cumplido su palabra.
Mi admiración y mi gratitud para esta extraordinaria figura del cine mundial
que con su solo nombre, prestigia este espectáculo, que con sus líneas
generales responde a las que ella me dio y me propuso. El montaje y la
dirección son de Ricardo Ferrante, cuya tenacidad, cuyo esfuerzo agradezco
también, así como a la colaboración inestimable de ese gran músico que se llama
Gregorio García Segura. Si es la primera actuación personal en un teatro de
Sara Montiel, ¿qué mejor título que éste de “Sara Montiel en persona”?.
¿Quién fue Joaquín Gasa?
Eso, será otro día.
1 comentario:
Enhorabuena por el blog. Muchísimas gracias por todo el super trabajo que estás realizando
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