CIFESA
Amparo
Rivelles fue otra de las actrices predilectas y admiradas desde siempre por
nuestra estrella, a la que conoció junto al actor Alfredo Mayo, durante el
rodaje de Deliciosamente tontos. De
ella, de Amparo, obtuvo su primer y único autógrafo. Esto nos lo contaba Sara
en sus memorias Vivir es un placer y que
la misma Amparo Rivelles nos hizo la presentación en su día.
Deliciosamente tontos (1943) Juan de orduña
Amparo Rivelles, Alfredo Mayo y Paco Martínez Soria
Amparo
Rivelles fue de las actrices más importantes del cine español de la década de
los 40. Pasó su niñez viajando con sus famosos padres, nada menos que Rafael
Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara, grandes actores que en aquellos
años recorrían el mundo sembrando su arte por todos los escenarios. De ahí, que
Amparito pasase su niñez entre México, Cuba, París…La niña estaba destinada a
seguir la vocación teatral de sus padres y abuelos. De hecho empezó en el
teatro de la mano de su madre siendo una niña y con quince años hizo su primera
incursión en el cine con la película Mari-Juana (1940), cuyo estreno no sería
hasta el 10 de febrero de 1941.
María Fernanda Ladrón de Guevara en 1928 junto a su hija Amparo
¿Cúando comenzó tu vida de artista?
Después de la guerra. Pero no quiero
acordarme de ello. Fue aquella película “Mari-Juana”, una desilusión tan grande
que creí que no volvería a hacer otra jamás
A la joven actriz la esperaban impacientes, increíbles personajes femeninos de toda índole y condición social, bastantes embutidos en imposibles vestidos y fastuosos decorados de cartón piedra; Eugenia de Montijo, Espronceda, La fe, La leona de Castilla o Alba de América entre otros exquisitos personajes absolutamente protagonistas. El público español quedó rendido a sus pies y pasó a ser para todos la cara más bonita del cine español contando con el cariño, la admiración y el respeto del público y compañeros hasta el día de hoy.
Sin embargo, poco después hacía alma de
Dios; luego, los ladrones somos gente honrada. A los dieciséis años, mi
interpretación de “Malvaloca” me valió un contrato por un año con Cifesa para
tres películas, que fueron “Un caballero famoso” “Deliciosamente tontos” y “Eloísa está debajo
de un almendro”
Orson Welles la tuvo en Mr. Arkadin (Confidential Report, 1955), coproducción hispano-suiza que el propio Welles realiza en España.
Cuando
se agotaron los personajes de heroínas españolas ancladas hace mil años o los
personajes que le ofrecían no eran de su agrado, no le importó demasiado,
jugaba con la baza que tenía el teatro rendido a sus pies y donde sin duda la
esperaban un sin fin de personajes femeninos deseando ser rescatados de donde
fuera que estuvieran escondidos. Aunque a decir verdad, el cine nunca le dio la
espalda.
Empecé por pura casualidad, en Vigo, en
un papel de “Siete mujeres”, de Torrado y Navarro. Pero después de representar
algunos pequeños papeles, un incidente me elevó de golpe y porrazo. Estábamos
en Zaragoza; se puso enferma la dama
joven de la compañía, Ana María Noé, cuando iba a comenzar la representación de
“La madre guapa”, y mi madre, ante el conflicto, me dijo: “Pues hazlo tú”. Y lo
hice. Y fue tal el éxito de madre e hija en el escenario, que en poco más de un
año dimos ochocientas representaciones
de aquella obra.
Ana María Noé estuvo en la película Esa mujer de Mario Camus
Ana María Noé estuvo en la película Esa mujer de Mario Camus
El
teatro la llevó a México y lo que parecía serian unos meses de trabajo, se
convirtieron en años alejada de España.
El esqueleto de la señora Morales,
de Luis Alcoriza (1959) fue su primera
película en México junto al actor Arturo de Córdoba. El esqueleto de la señora Morales está considerada una de las
mejores películas del cine mexicano y la primera reconocida del llamado humor negro. En México, Amparo Rivelles
fue tremendamente popular. Hizo catorce películas y un sin fin de telenovelas.
Regresó
a España y al cine español con la película “La Coquito” coproducción
España-México de Pedro Masó. Estuvo magistral como la mamá de una cupletista cubana, personaje interpretado por
Iliana Ros y doblada por Blanca Villa.
También
la pudimos ver en la estupenda y ya mítica serie de TVE Los gozos y las sombras, junto
a su hermano Carlos Larrañaga, (fallecido el pasado año) y la enigmática y
maravillosa Charo López.
A
lo largo de los años, TVE ha tenido el acierto de reponerla y hemos podido
disfrutar de nuevo con una historia que podía haber envejecido, pero que sigue
ahí cautivándonos a través de unos personajes siempre vivos y a descubrir.
Los gozos y las sombras (1982)
La distinción
y la elegancia
son las cualidades
de quienes usan
los productos"Marlice"
Sara Montiel, Aurora Bautista, Amparo Rivelles, Emma Penella, la gran Imperio Argentina y Paquita Rico
Los
gozos y las sombras es la prueba junto a series de la talla de Fortunata y Jacinta, Teresa de Jesús
y alguna que otra más, que, cuando no intentamos copiar o imitar a nadie y
recurrimos a la enorme riqueza de nuestros autores los de siempre y a los de
ahora y ponemos en marcha a nuestros actores, la cosa sale rodada. ¿Y Sara?
Sarita en esos años (volviendo otra vez a los años de Deliciosamente tontos) estaba comenzando a vivir su sueño e iba a por todas. A pesar de que el cine español no sabía muy bien donde encajarla. Demasiado sensual quizás para una España, para un cine que intentaba ocultar y recortar cualquier rasgo sexual en los personajes femeninos y ya no hablemos del vestuario.
Sarita en esos años (volviendo otra vez a los años de Deliciosamente tontos) estaba comenzando a vivir su sueño e iba a por todas. A pesar de que el cine español no sabía muy bien donde encajarla. Demasiado sensual quizás para una España, para un cine que intentaba ocultar y recortar cualquier rasgo sexual en los personajes femeninos y ya no hablemos del vestuario.
A
penas unos meses antes, en julio de 1944 un periodista que se asomó al rodaje
de Empezó en boda, escribió y publicó lo primero sobre Sarita y fue lo
siguiente:
Podemos anunciar hoy la revelación inesperada de una nueva y auténtica estrella del cine español: Sara Montiel. El acontecimiento merece un breve comentario, para que todos los aficionados al séptimo arte tomen nota de este eufónico nombre, pleno de sugerencias, que pronto será uno de los que más destaquen entre el acervo artístico de nuestra producción.
Sara Montiel es muy joven, y no procede
del campo teatral. Puede decirse que adviene al campo de las imágenes desde las
aulas severas del colegio. Su gran sinceridad de expresión, su fina belleza, la
simpatía que despierta en su entorno, todo hace esperar que Sara Montiel, como
interprete, alcance todo cuanto las muchachas de su edad –dieciséis abriles-
sueñan desde la altura de su ilusión.
Nadie como ella supo sincronizar sus facultades y su vocación.
Nadie como ella supo sincronizar sus facultades y su vocación.
Cuando miramos al cielo esperando ver las Perseidas, Lágrimas de San Lorenzo o estrellas fugaces, la belleza radica en ese polvo brillante y efímero de apenas unos segundos. Pero, ¿acaso no es más bella esa estrella que permanece ahí brillando eternamente?
Estaba claro que aquella chiquilla de profundos ojos verdes y pelo “jaro” no quiso vivir contemplando las estrellas, quiso formar parte de ellas… Sin duda, el sueño se ha cumplido.
Ven y ven y ven
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