Bueno, después de un paréntesis vuelvo a estar con Sara y con todos los que ahora me estáis leyendo. Una buena amiga ya me advirtió un día: Fran, hay otra vida antes y después de Sara Montiel. Pues, esa otra vida es la que me ha mantenido alejado, ocupado, entretenido e impedido de estar aquí.
Glamour
La televisión, dicen algunos, que ha sido y es un como un refugio para la gente del cine, del teatro, incluso del circo. ¡Demos la vuelta al mundo, que la tele estará allí siempre, esperando! Bueno, es un medio cómodo, ya lo he dicho alguna vez, sobre todo para nosotros que vemos a nuestros actores favoritos, nuestra película de toda la vida o incluso aquella ópera que nos perdimos un día. Eso sí, lejos de todo glamour ¡en bata y zapatillas!
Eso del glamour, hasta que no me tropecé con aquellas portadas, no tenía ni idea de lo que era, y si me apuráis tampoco sabría dar ahora con exactitud una explicación, no ya para los que me estáis leyendo sino para mí mismo. Porque ya sabemos todos que es algo más que un vestido de lentejuelas o largos e interminables marabúes, es casi una forma de vida… Sarita es y ha sido y tiene y tendrá puro glamour.
Sara Montiel en TVE
Total, a Sara la hemos podido ver con asiduidad en televisión, en aquellos entrañables musicales, o en algún que otro programa contando sus cosas. Pero no siempre fue así, ni mucho menos. Tardamos mucho en ver a Sara en televisión. Se decía que estaba vetada, otros que no tenía tiempo para dedicarse a un medio que tampoco llegaba a tantos hogares como lo era el cine entonces, que prácticamente era como la carroza de Cenicienta, el único espacio para soñar. Lo cierto es que en aquellos años tenía que ser difícil disponer de un momento libre, pues su ritmo de trabajo debió de ser agotador y sin tregua. Ese mismo mes de octubre se rodaban las últimas escenas de Pecado de amor y el 15 de noviembre empezaba el rodaje de su película La bella Lola, que cumple este año que está apunto de comenzar 50 añitos.
Siempre me pierdo y claro vosotros cargáis con las consecuencias, que sean las que sean espero que no sea “aburrimiento”. Y sigo...
Cuando apenas tenía cinco años de existencia la TV en España y cuando el directo estaba al orden del día, le ofrecieron hacer un programa con todos los medios habidos y por haber, alcanzables e inalcanzables. A toda costa querían a Sara. La necesitaban para dar ese empuje que necesitaba el medio y demostrar que en este país nosotros también sabíamos hacer las cosas bien, exportar glamour a raudales, y sobre todo orgullosos de que Sara, la única estrella, la auténtica estrella del cine de habla hispana hubiese decidido quedarse con nosotros. Sólo por eso ya se merece todos los premios y como no, ese Goya para el 2012 (que promueve ese lugar de ensueño: visitingsaramontiel). Y por dar a conocer al mundo, no ya su cine, si no el trabajo de otros muchos, que de otra forma y como estaba España en aquellos años, hubiese sido imposible que se percataran de qué aquí también teníamos a gente maravillosa que intentaba hacer cine, difícil, pero se intentaba. Sara Montiel estaba en pleno apogeo, derrochaba talento y belleza, una belleza nunca vista antes en la gran pantalla. Sara no era una de esas actrices estupendas al más puro estilo de Hollywood, era mucho más envuelta en un halo maravilloso, casi mágico y sin necesidad de ponerse un traje de faralaes o vestirse de torera para que se la reconociese que era de España, española (y eso, amigos, sí que era una verdadera extravagancia para aquellos años).
El 11 de octubre de 1961 fue el día elegido para el gran acontecimiento. Se hizo un gran esfuerzo y se contrataron trescientos extras vestidos elegantemente para la ocasión, algo impensable no ya ahora, sino para la época. Los antiguos estudios del paseo de la Habana se quedaron pequeños para la estrella y se alquiló el teatro del Fomento de las Artes. Varios países se interesaron y compraron el programa. La gran gala empezó nada menos que con el show de Gene Kelly para seguir con otro de los grandes bailarines, si no el mejor de todos los tiempos, Fred Astaire, hasta que el mítico presentador Jesús Álvarez se hizo cargo de presentar al público el anunciado acontecimiento del año, la actuación en directo y por primera vez en TVE de Sara Montiel. Todo parecía estar saliendo como una seda. Simón López fue el fotógrafo responsable de ese primer plano en que se veía a Sara con sombrero y que ilustró el cartel encargado de anunciar a bombo y platillo en todos los periódicos y revistas del país el gran acontecimiento nacional.
La estrella tuvo que ser acordonada por la policía para que pudiese abrirse paso entre la enorme multitud expectante de poder ver de cerca a la actriz. Sara comenzó su actuación acompañada del maestro Juan Solano y con el tango Gira, gira para seguir con otra de las grandes y que con los años se convertiría en su carnet de presentación, La Violetera. A continuación ese precioso cuplé, el primero que canta María Luján: Sus pícaros ojos. Para cerrar el show la canción más hermosa y dramática de su película El último cuplé, Nena, cuplé que dedicó a su progenitora que se encontraba presente en la sala. Ahí empezó todo, cuando al final le tocaba saludar en pleno apogeo de exaltados extras, a la estrella se le ocurrió llamar a su madre para que compartiera con ella ese momento glamoroso. La estrella no se percató de que su madre no estaba vestida con valiosas joyas, ni con un bello vestido de noche, si no más bien como Cenicienta, con delantal incluido. A Sara le pudo el corazón…Ese gesto, para muchos conmovedor, no gustó a los señores de la organización que vieron echar por los suelos todo el glamour que tan cuidadosamente se habían fabricado para la ocasión. En definitiva, no gustó que mostrase su lado que quería ser íntimo, ni su forma de expresarse…de hecho ella misma ha reconocido infinidad de veces que eso de hablar en público nunca ha sido su fuerte, en parte debido a su timidez. Una cosa es ser Antonia y otra muy distinta es ser Sara Montiel. Y dicen que esa fue la causa de que nuestra estrella se mantuviera alejada de la pequeña pantalla durante varios años hasta que lo hizo de la mano de aquel maestro que fue Valerio Lazarov en el “Especial fin de año”, que se emitió el día 1 de enero de 1977. Pero eso será otro día.
María Antonia, que es muy infantil, se asusta con frecuencia de Sara Montiel, pero las dos son inseparables. (Sara Montiel octubre de 1961)
Todos los premios
Todos los premios ¡menos el Goya!
El que se supone que es el premio más importante del cine español, está relegando con actitud despectiva y lo que es peor de ingratitud, a la actriz, mito, estrella más carismática e importante del cine de habla hispana, al que éste le debe pleitesía eterna. Tiene nombre, tiene ganas de vivir : Sara Montiel
Parece ser que será la directora Josefina Molina la que reciba el Goya de honor este 2012 que está a punto de empezar. Sería injusto por mi parte decir que no se merece ese Goya, además es a la primera mujer directora que le conceden el premio. Eso me parecería fenomenal pero en ese apartado, en la de dirección. Por eso no comparto y hasta me parece equivocado e injusto la decisión de la junta de la Academia de no concederle ese Goya de honor "merecidísimo" a Sara Montiel
Josefina Molina tiene en su filmografía trabajos interesantes y que personalmente me han gustado y mucho. Ahí está su Teresa de Jesús, estupenda serie, con la interpretación magistral de Concha Velasco. Pero estamos hablando de cine, de la televisión ya se ocupan otros, o deberían. Josefina Molina tiene sus mejores realizaciones hechas para la pequeña pantalla.
José Luis Borau, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España de 1994 a 1999 dijo: Sarita, el cine español te debe mucho...
Sara nos canta en directo su "Macho" ¿Qué puedo decir?
Y ya que estamos en días navideños, y puestos con el tema de la tele, así nos felicitaba la Navidad de 1988 nuestra Televisión. Como protagonistas de la historia un hombre, un piano y el mejor amigo, su perro. La vida es más fácil con un animal (de cuatro patas) a nuestro lado.
Con mis mejores deseos personales y laborales,
¡Salud!
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