Camarera, camarera...El té.

Y ahora pongámonos cómodos dejemos a Blasco Ibáñez, pero quedémonos en Valencia.

Sarita en vivo y en directo en el Teatro Olympia un 19 de marzo de 1991, pasándoselo bien haciendo lo que más le gusta, cantar y estar con su público. Mientras tanto nosotros, su público esperamos pacientes en la butaca de un teatro cualquiera, esperando que Sara, Sarita o Antonia para sus amigos nos repita aquello de…Camarera, camarera…El té. Y la camarera en vez de echar el té, ¡Se echó!“Yo siempre canto en directo este afónica o no lo esté siempre canto en directo. En mis espectáculos nunca llevo sonido enlatado, ni siquiera la música.”
En esta actuación Sara se encontraba en posesión de uno de sus “famosos” resfriados, lo que no le impidió sacar adelante el espectáculo y con la complicidad de su publico, disfrutar dando en cada momento lo mejor.






La alusión que hace Sarita cuando pide que alguien le ofrezca su mano como apoyo para bajar la escalera se debe a que, en el año 1990 durante su espectáculo Saritízate en el teatro Apolo de Madrid, en el número de la rockera se cayó por una rampa de más de un metro de altura. Los bailarines la levantaron en brazos y el público se llevó un susto de muerte. La artista siguió con el espectáculo, pero algo no iba bien y al acabar tuvo que ser ingresada en una clínica, al sufrir una pequeña fisura entre la cuarta y la quinta vértebras... Lo que la mantuvo inmóvil en la cama un tiempo. Sarita que tiene siete vidas como los gatos se recuperó y siguió deleitándonos en el teatro y haciendo sus galas, eso sí, con más cuidado. Por eso, no quería una escalera para ella sola, ya tuvo su rampa… ¡Increíble Sara!

La portada

1945.

Esta portada la he subido pensando en un fan, en un autético fan que tiene Sara en Valencia. Me contaba que no se pudo hacer con esta portada y que la tenía en mente.

Pues, para ti.

El bello Teatro Olympia fue inaugurado el 10 de noviembre de 1915.
Fue precisamente en el año 1991 cuando comenzó su rehabilitación, respetando toda la estructura de su origen, eso sí, adaptando todo lo que hace que un recinto de esa categoría funcione en este siglo. Una suerte para el teatro que en un tiempo vio peligrar su existencia en degenerar posiblemente en un supermercado, multicines, en un banco o dios sabe en que cosa burda. Otros no tuvieron esa suerte y les dejaron morir y con ellos una parte de la ciudad, de nuestra historia y de nosotros mismos se fue con ellos.

EL Olympia de Valencia