Portadas en todo el mundo
La malvada y maravillosa madrastra de aquel bellezón que fue Blancanieves, lo hubiese tenido muy difícil y hubiese necesitado un ejército de hermosas manzanas para poder frenar ese derroche de majestuosidad y de belleza. Ava, Liz y Sara, envueltas todas ellas en una potente e indiscutible personalidad
De aquellas tres bellezas que un día el sabio dedo Cukor señalara, sólo queda Sara Montiel. Elizabeth Taylor se nos fue un 23 de marzo de 2011. Abandonó el árbol de la vida, una vida intensa, y una carrera con títulos inolvidables para un cine siempre ávido de buenos argumentos y sobre todo de verdaderas y auténticas luminarias.
La carrera de la Taylor es de sobra conocida para todo el mundo, mucho cine, muchos maridos, muchas joyas y mucho papel couché. Pero ella fue mucho más que todo eso y acaparó todos los premios que concede el cine: tres Oscar, cinco Globos de Oro, tres premios Bafta…y pongo fin, porque la lista sería interminable.
Su implicación en ayudas y labores humanitarias, sobre todo en la investigación y la lucha contra el SIDA desde que el actor y gran amigo Rock Hudson falleciera de esa enfermedad, fue modélica. Se paseó dando conferencias por todo el mundo. Por esa labor obtuvo el Premio Príncipe de Asturias y de nuevo volvió a España en 1992.
Madrid 1953
Junto a Michael Wilding en Barajas
Junto a Michael Wilding en Barajas
En España, Liz estuvo por lo menos en cuatro ocasiones. La primera con su flamante marido Michael Wilding. Esto sucedía en septiembre de 1953. Llegaron a Madrid procedentes de Londres. Michael Wilding nos contaba que fue teniente coronel de Aviación durante la guerra y fue destinado a Gibraltar. Durante su estancia en el Peñón, quiso aprovechar y acercarse a ese mundo taurino del que tanto había oído y leído, pero no pudo ser. Nada más llegar a España, dijo que su prioridad era asistir a una corrida de toros.
La paella no podía faltar
El fotógrafo ibáñez fue el encargado del reportaje fotográfico
El fotógrafo ibáñez fue el encargado del reportaje fotográfico
Cuando llegaron a la plaza, Liz no estaba nada convencida, eso de ver sufrir y torturar a los animales no iba con ella. Al segundo toro, estaba más blanca y pálida que nunca, y aunque trataron de explicar lo inexplicable de la sanguinaria fiesta; al ver el sufrimiento de los caballos, del toro y la sangre, no pudo resistir más. La sacaron de la plaza.
A Liz le presentaron esa tarde tres actores españoles: Laly del Amo, la cual en pocos años sería gran amiga de María Luján en la exitosa: El último cuplé; a María Asquerino, considerada una de las grandes del teatro y que también estuvo al lado de Sara Montiel en dos películas (Don Quijote de la Mancha y en Pequeñeces); y al actor Vicente Parra, gran amigo de Sara que estuvo con ella en Varietés. “¡Vaya! España también tiene su Tony Curtis", exclamó Liz Taylor.
XXI Festival de Cine de San Sebastián
Elizabeth Taylor, llega al aeropuerto de San Sebastián, en el avión privado de Gary Grant
Liz Taylor regresó a España en 1973 al XXI Festival de Cine de San Sebastián a presentar su película Una hora en la noche (Night Watch). Fue una estancia fugaz que causó, con su largo retraso, la desesperación de miles de fans que la esperaban a la entrada al palacio del Festival.
Liz, llegando al palacio del Festival
Liz Taylor junto a la entrañable actriz Isabel Garcés
El público en un principio reaccionó con silbidos y abucheos, pero ella sonriente y amable supo combatirlos y salir airosa. Al finalizar la película los espectadores supieron agradecer el estupendo trabajo de la actriz dedicándole una atronadora, larga y cálida ovación. En su siguiente paso por España, más concretamente por Marbella, fue envuelta en papel couché al lado del actor George Hamilton.
Un lugar en el Sol, Gigante o El árbol de la vida fueron más que suficiente para convencer a la gente del cine que era algo más que un bello rostro. Esos bellos ojos, dicen de un extraño color violeta, se apagaron para siempre. Ahora aquí, mientras estoy frente al monitor alzo la mirada y la veo delante de mí, hermosa, frágil, fuerte y deslenguada pero, sobre todo caliente, tan caliente como una gata sobre un tejado de zinc.
En 1953, Sara Montiel se encontraba en México haciendo una película tras otra, haciéndose un nombre en el mundo del cine de la canción e intentando fijar su auténtica personalidad en un cine más permisivo que el rancio, católico y acartonado cine español de los cincuenta (donde si buscamos podemos encontrar verdaderas joyas que conseguían burlar la ridícula y asfixiante censura). Sarita acababa de rodar su tercera y última película junto al ídolo mexicano prematuramente desaparecido Pedro Infante, unas películas que la hicieron muy popular en la tierra azteca.
El actor mexicano falleció en abril de 1957, a los treintinueve años, en el mismo mes del estreno de la mítica película El último cuplé. Sara contaba veintinueve cuando le llegó el esparaldazo definitivo hacia un triunfo y una carrera verdaderamente apabullante en medio mundo.
El actor mexicano falleció en abril de 1957, a los treintinueve años, en el mismo mes del estreno de la mítica película El último cuplé. Sara contaba veintinueve cuando le llegó el esparaldazo definitivo hacia un triunfo y una carrera verdaderamente apabullante en medio mundo.
Sabias qué...
Sara presentó su disco Amados míos junto a la temperamental María Jiménez en el Casino de Mallorca. Verlas presentando sus respectivos trabajos fue, como mínimo… ¿original? Y por supuesto, los que nos encontrábamos allí, disfrutamos.