10/06/2013

Amparo Rivelles




CIFESA





Amparo Rivelles fue otra de las actrices predilectas y admiradas desde siempre por nuestra estrella, a la que conoció junto al actor Alfredo Mayo, durante el rodaje de Deliciosamente tontos. De ella, de Amparo, obtuvo su primer y único autógrafo. Esto nos lo contaba Sara en sus memorias Vivir es un placer y que la misma Amparo Rivelles nos hizo la presentación en su día.





Deliciosamente tontos (1943) Juan de orduña


Amparo Rivelles, Alfredo Mayo y Paco Martínez Soria

Amparo Rivelles fue de las actrices más importantes del cine español de la década de los 40. Pasó su niñez viajando con sus famosos padres, nada menos que Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara, grandes actores que en aquellos años recorrían el mundo sembrando su arte por todos los escenarios. De ahí, que Amparito pasase su niñez entre México, Cuba, París…La niña estaba destinada a seguir la vocación teatral de sus padres y abuelos. De hecho empezó en el teatro de la mano de su madre siendo una niña y con quince años hizo su primera incursión en el cine con la  película Mari-Juana (1940), cuyo estreno no sería hasta el 10 de febrero de 1941.



María Fernanda Ladrón de Guevara en 1928 junto a su hija Amparo


¿Cúando comenzó tu vida de artista?

Después de la guerra. Pero no quiero acordarme de ello. Fue aquella película “Mari-Juana”, una desilusión tan grande que creí que no volvería a hacer otra jamás







Alma de Dios (1941) Ignacio F. Iquino



A la joven actriz la esperaban impacientes, increíbles personajes femeninos de toda índole y condición social, bastantes embutidos en imposibles vestidos y fastuosos decorados de cartón piedra;  Eugenia de Montijo, Espronceda, La fe, La leona de Castilla o Alba de América entre otros exquisitos personajes absolutamente protagonistas. El público español quedó rendido a sus pies y pasó a ser para todos la cara más bonita del cine español contando con el cariño, la admiración y  el respeto del público y compañeros hasta el día de hoy.




Sin embargo, poco después hacía alma de Dios; luego, los ladrones somos gente honrada. A los dieciséis años, mi interpretación de “Malvaloca” me valió un contrato por un año con Cifesa para tres películas, que fueron “Un caballero famoso”  “Deliciosamente tontos” y “Eloísa está debajo de un almendro”

 
Malvaloca (1942) Luis Marquina
 
 
 


Orson Welles la tuvo en Mr. Arkadin (Confidential Report, 1955), coproducción hispano-suiza que el propio Welles realiza en España.

Cuando se agotaron los personajes de heroínas españolas ancladas hace mil años o los personajes que le ofrecían no eran de su agrado, no le importó demasiado, jugaba con la baza que tenía el teatro  rendido a sus pies y donde sin duda la esperaban un sin fin de personajes femeninos deseando ser rescatados de donde fuera que estuvieran escondidos. Aunque a decir verdad, el cine nunca le dio la espalda.


El Clavo (1944) Rafael Gil

¿Y teatro?
Empecé por pura casualidad, en Vigo, en un papel de “Siete mujeres”, de Torrado y Navarro. Pero después de representar algunos pequeños papeles, un incidente me elevó de golpe y porrazo. Estábamos en Zaragoza;  se puso enferma la dama joven de la compañía, Ana María Noé, cuando iba a comenzar la representación de “La madre guapa”, y mi madre, ante el conflicto, me dijo: “Pues hazlo tú”. Y lo hice. Y fue tal el éxito de madre e hija en el escenario, que en poco más de un año dimos  ochocientas representaciones de aquella obra.

Ana María Noé estuvo en la película Esa mujer de Mario Camus




El teatro la llevó a México y lo que parecía serian unos meses de trabajo, se convirtieron en años alejada de España.

El esqueleto de la señora Morales, de Luis Alcoriza  (1959) fue su primera película en México junto al actor Arturo de Córdoba. El esqueleto de la señora Morales está considerada una de las mejores películas del cine mexicano y la primera reconocida del llamado humor negro. En México, Amparo Rivelles fue tremendamente popular. Hizo catorce películas y un sin fin de telenovelas.




Regresó a España y al cine español con la película “La Coquito” coproducción España-México de Pedro Masó. Estuvo magistral como la mamá de una  cupletista cubana, personaje interpretado por Iliana Ros y doblada por Blanca Villa.
También la pudimos ver en la estupenda y ya mítica serie de TVE Los gozos y las sombras, junto a su hermano Carlos Larrañaga, (fallecido el pasado año) y la enigmática y maravillosa Charo López.




A lo largo de los años, TVE ha tenido el acierto de reponerla y hemos podido disfrutar de nuevo con una historia que podía haber envejecido, pero que sigue ahí cautivándonos a través de unos personajes siempre vivos y a descubrir.

Los gozos y las sombras (1982)




La distinción
y la elegancia
son las cualidades
de quienes usan
los productos"Marlice"




Sara Montiel, Aurora Bautista, Amparo Rivelles, Emma Penella, la gran Imperio Argentina y Paquita Rico




  
 Los gozos y las sombras es la prueba junto a series de la talla de Fortunata y Jacinta, Teresa de Jesús y alguna que otra más, que, cuando no intentamos copiar o imitar a nadie y recurrimos a la enorme riqueza de nuestros autores los de siempre y a los de ahora y ponemos en marcha a nuestros actores, la cosa sale rodada. ¿Y Sara?




Sarita en esos años (volviendo otra vez a los años de  Deliciosamente tontos) estaba comenzando a vivir su sueño e iba a por todas. A pesar de que el cine español no sabía muy bien donde encajarla. Demasiado sensual quizás para una España, para un cine que intentaba ocultar y recortar cualquier rasgo sexual en los personajes femeninos y ya no hablemos del vestuario. 






A penas unos meses antes, en julio de 1944 un periodista que se asomó al rodaje de Empezó en boda, escribió y  publicó lo primero sobre Sarita y fue lo siguiente:





Podemos anunciar hoy la revelación inesperada de una nueva y auténtica estrella del cine español: Sara Montiel. El acontecimiento merece un breve comentario, para que todos los aficionados al séptimo arte tomen nota de este eufónico nombre, pleno de sugerencias, que pronto será uno de los que más destaquen entre el acervo artístico de nuestra producción.
Sara Montiel es muy joven, y no procede del campo teatral. Puede decirse que adviene al campo de las imágenes desde las aulas severas del colegio. Su gran sinceridad de expresión, su fina belleza, la simpatía que despierta en su entorno, todo hace esperar que Sara Montiel, como interprete, alcance todo cuanto las muchachas de su edad –dieciséis abriles- sueñan desde la altura de su ilusión.


Nadie como ella supo sincronizar sus facultades y su vocación.



Cuando miramos al cielo esperando ver las Perseidas, Lágrimas de San Lorenzo o estrellas fugaces, la belleza radica en ese polvo brillante y efímero  de apenas unos segundos. Pero, ¿acaso no es más bella esa estrella que permanece ahí brillando eternamente?










Estaba claro que aquella chiquilla de profundos ojos verdes y pelo “jaro” no quiso vivir contemplando las estrellas, quiso formar parte de ellas… Sin duda, el sueño se ha cumplido.

Ven y ven y ven